martes, 20 de diciembre de 2011

La Hermandad de las Américas

Discurso pronunciado por el Doctor Pedro G. Beltrán en ocasión del Trigésimo Aniversario de la Fundación de las Américas

Lo que representa la Fundación de las Américas es de gran significado para nuestro Hemisferio. Aprecio sobremanera el honor de haber sido escogido para recibir esta distinción en el trigésimo Aniversario de la institución.

De igual manera valorizo mucho esta oportunidad de dirigirme a un grupo de destacadas personalidades interesadas en los problemas de este Hemisferio.

Ocupémonos esta noche de alguno de los problemas comunes a todos nosotros en las Américas.

Como es bien sabido, los distintos países de este Hemisferio defienden celosamente su independencia y soberanía y ninguno de ellos habría de pensar en interferir como sea con sus vecinos.

Estoy seguro que no hay nadie aquí, venga del país que venga, que no esté sinceramente de acuerdo con este principio básico.

Pero el que seamos independientes no quiere decir que no tengamos intereses comunes.

Querrámoslo o no, somos vecinos. Vivimos -por decirlo así-, en la misma manzana. Lo quesucede en cualquiera de nuestros países no puede dejar de interesar y preocupara los demás.

Cualquier desastre que suceda en un país ha de tener repercusiones en otros. Y no pongamos de lado al mayor de los desastres que puede acontecer. ¿Quién puede estar seguro que nunca ha de haber otra guerra mundial? Si ello sucediera, nos encontraríamos frente a toda clase de problemas fuera de los provenientes directamente de la acción militar.

Aun tomando sólo en cuenta cuestiones como el abastecimiento de la población civil, acceso a materias primas y otros requerimientos para mantener la producción industrial, considerando únicamente esto, basta para darse cuenta de los problemas que habrían de presentarse.

Pero aún en tiempo de paz tenemos intereses en común como, por ejemplo, el aumenta del intercambio comercial dentro del Hemisferio, que es algo en lo que todos los países están interesados.

Los Estados Unidos, siendo el mercado más grande y el más cercano a nosotros, puede hacer mucho otorgando tratamiento preferencial de tarifas que serían de beneficio mutuo para todos.

Conforme nuestras exportaciones a ustedes aumenten, así también habrán de crecer, las compras que les hacemos.

Por lo tanto, el que haya una disparidad grande en el grado de desarrollo en nuestros países, no debe hacemos creer que nuestros intereses comunes no habrán de prevalecer en el Hemisferio.

Más bien nos hace pensar en la oportunidad que se presenta para que los países más ricos extiendan a los menos desarrollados la ayuda que tanto necesitan.

Los Estados Unidos tienen una gran responsabilidad por ser su economía la más poderosa en el mundo y sus recursos invalorables.

Los Estados Unidos han alcanzado un grado de desarrollo muy grande con un nivel de producción que hace posible un elevado standard de vida, el más elevado del mundo.

Está mucho más adelantado que los demás países de este Continente que tienen aún que esforzarse para lograr su desarrollo, aumentando la producción para poder elevar el nivel de vida que es tan bajo para tanta gente.

Su bienestar merece-primordial atención. Pero comparado con lo que los Estados Unidos están haciendo en otras partes del mundo, el escaso interés que revelan por los demás países del Hemisferio está muy lejos de ocupar el lugar preferente que debería.

Durante años, se ha oído hablar de la fabulosa riqueza de los Estados Unidos. Se ha oído también de los billones, vale decir de los miles de millones de dólaresque han estado gastando en lugares remotos del mundo.

El informe de hace un año de un equipo de la Biblioteca del Congreso en Washington decía que, además de los fuertes gastos del Departamento de Defensa, los Estados Unidos habían ya desembolsado, hasta junio de 1971, sólo en Vietnam,más de 98.000 millones de dólares.

Esto lleva, lógica y naturalmente a los otros países del Hemisferio, a plantearse esta pregunta:

¿Qué induce a los Estados Unidos a enredarse a ese extremo en problemas, al otro fin del globo, al mismo tiempo que demuestra tan escaso interés en la suerte de sus vecinos de este Continente?

La propaganda comunista contra los Estados Unidos en nuestros países, no ha dejado de explotar esta situación.

Nadie puede negar que aunque no haya tenido éxito en lograr el reclutamiento de muchos para ingresar al partido comunista, sí lo está teniendo en sembrar desconfianza de los Estados Unidos.

Los comunistas se dan perfecta cuenta de que un Hemisferio dividido es de importancia para ellos. “Dividir para reinar” es su propósito. Esto los lleva a auscultar las condiciones locales para encontrar los lugares más prometedores.

Lo que necesitan son cabeceras de playa que les sirvan como centros de penetración. Y si estallara una guerra, sabrían aprovecharlos.

Los comunistas piensan en el porvenir y no sólo en la situación actual. La población de los otros países en el Hemisferio que es ya numéricamente mayor que la de los Estados Unidos, sigue creciendo con una velocidad mucho más acelerada.

Quieren impedir que las nuevas generaciones tengan fe en los Estados Unidos, como un miembro sincero y verdadero de la Hermandad Hemisférica. Desean sembrar la desconfianza que debe conducir al antagonismo contra este país.

“No hay oportunidad que debe dejarse de aprovechar” es el lema de los comunistas.

¿Quién puede predecir lo que ha de suceder en el futuro?

Todos esperamos que no vuelva a haber otro Vietnam. Pero roguemos porque la lección aprendida no sea olvidada.

Refresquemos la memoria.

La personalidad de Ho Chi Minh ha sido mundialmente reconocida. No sólo descolló en su actuación personal al frente de su país sino en el espíritu que infundió a su pueblo.

¿Pero de que habría servido todo esto sin las armas que le facilitaron Rusia y China, convertidas así en su arsenal?


Y esto de que Rusia y China públicamente daban pruebas de su recíproco antagonismo. Pero, a pesar de ello, cooperaban trabajando ambos conjuntamente para armar a Ho.

El Presidente Nixon, dando un paso histórico que ha merecido el aplauso mundial, ha roto la barrera que significaba la falta de contacto y comprensión que durante años separaba a los Estados Unidos de la China.

Tuvo el valor de asumir la responsabilidad de poner fin a una situación que había durado tanto tiempo.

Pero eso no significa que la oposición a los Estados Unidos haya desaparecido. Muerto Ho Chi Minh, su país sigue recibiendo de Moscú y de Pekín la ayuda de antes para seguir peleando.

No nos engañemos. Más valen hechos que palabras.

De cualquier lado que se examine el enredo en Vietnam, sé llega a la conclusión de que ha sido adverso para los Estados Unidos.

Su prestigio ha sido mellado.

Su fuerza económica se ha visto afectada, al extremo de socavar la estabilidad de lo que había sido el todopoderoso dólar.

Pero lo más trágico de todo ha sido la pérdida de miles de vidas en tierras lejanas y ajenas.

Es sorprendente para nosotros el extremo a que los lleva a ustedes la amenaza comunista en los más lejanos lugares, al otro extremo del mundo, y su aparente indiferencia ante los problemas de nuestros inquietos pueblos situados al lado mismo de este país.

Los demás países de este Hemisferio buscan en vano un indicio alentador de un mayor interés que pudieran llegar a tener en ellos los Estados Unidos.

Para remediar esta situación, para dar prueba evidente de su vínculo con la Hermandad de las Américas, los Estados Unidos tienen que establecer una política internacional permanente que asegure prioridad número uno para estos problemas.

¡Hay tanto que podrían hacer los Estados Unidos, sin pérdida de vidas, sin mellar su prestigio y sin siquiera estropear su economía, como sucede con Vietnam!

Pero las acciones esporádicas no son una solución. Ya las hemos visto durante demasiado tiempo y a nada conducen.

Un día los Estados Unidos parecen recordarnos, sólo para olvidarnos el siguiente.

De cuanta ayuda sirve esto a los que no pierden oportunidad de predicar entre nosotros que no hay que confiar en el vecino del norte.

Veamos cuál es la situación en nuestros países.

Debe tenerse en cuenta que nuestro problema básico es el bajo nivel de vida de gran parte de nuestra población. Esto es lo que debería obsesionar antes que nada.

De acuerdo con los principios y sentimientos humanos, son los más necesitados los que merecen primerísima atención.

Desde el punto de vista moral, nadie puede contradecirlo.

Y desde el punto de vista de la Hermandad Hemisférica, es una verdadera obligación.

Seamos prácticos. ¿Cuál es el problema más apremiante para toda esta gente?

No cabe duda que es la crisis permanente, cotidiana que sufren todos los días, en el mercado, en la plaza del mercado local, donde adquieren los alimentos para satisfacer sus necesidades básicas.

Todos tienen que reducir sus compras porque el dinero que poseen no es elástico, y no se estira al enfrentarse a precios más altos. Por lo tanto no llegan a satisfacer sus necesidades reales ni las de sus hijos que no se alimentan debidamente en la edad crítica para asegurar su desarrollo físico y mental.

Bien sabemos que la inflación encarece todo. Pero lo grave es lo que sucede cuando los alimentos se ponen por las nubes, no sólo como consecuencia de una equivocada política económica, sino porque lo que se produce no alcanza para cubrir las necesidades de todos.

Control de precios, precios topes y toda esa singular e ineficaz acción de los gobiernos, sólo sirven para crear el mercado negro, en que los precios suben aún más.

Como se dice, “los decretos no se comen”.

Si hay menos alimentos en venta, el pueblo tiene que comer menos.

Esto sucede y se repite todo el tiempo. Cualquiera que vaya a la plaza del mercado podrá comprobarlo. Es lo corriente. Todos estarán de acuerdo en afirmar que la compra de alimentos es una constante pesadilla para la mujer, que es como decir para todos, puesto que es en ella en quien recae la responsabilidad de atenderla mesa familiar.

Los comunistas desarrollan el máximo esfuerzo para destacar estas escaseces que atribuyen al régimen capitalista y -por supuesto- a los “malditos imperialistas yanquis” que respaldan todo ello.

Agitan tratando de formar revuelo pero no se preocupan de ninguna manera en buscar elremedio.

En verdad, la única solución es que haya más alimentos y desaparezcan las escaseces.

Pero la gente se pregunta: ¿es eso posible?

Pues sí. No sólo puede conseguirse sino que ya ha sido hecho y no muy lejos, al otro lado del Río Grande, o sea la frontera sur de los Estados Unidos.

Enotros tiempos la producción local en México no era suficiente y era necesario importar de fuera más y más alimentos cada año.

En busca de una efectiva solución, el gobierno, mexicano llegó a un acuerdo con la Rockefeller Foundation para crear una organización autónoma, libre de toda interferencia política, a fin de desarrollar una labor científica destinada exclusivamente a aumentar el rendimiento de las cosechas.

Tuvieron que iniciarla desde un comienzo pues era tarea desconocida en México.

Esta clase de trabajo científico sólo puede tener éxito cuando se pone en manos de gente que tiene la debida vocación y que con gusto le dedica todo su tiempo sin intromisiones ajenas.

La Fundación buscó a los mejores hombres que pudo encontrar en los Estados Unidos pero antes de mucho tiempo surgieron jóvenes mexicanos ansiosos de cooperar y movidos por la misma vocación que no conoce nacionalidades.

El trabajo comenzó con el maíz y el trigo. Mediante selección y cruces se desarrollaron nuevas variedades de plantas que, debidamente cultivadas, dan un rendimiento varias veces mayor que antes.

Este éxito impresionante de la ciencia en la agricultura es conocido hoy, en todo el mundo, como la Revolución Verde. Y ha valido para Norman E. Borlaugh el Premio Nobel de la Paz, por su participación en este espléndido trabajo.

En Los Baños, en Filipinas, se ha desarrollado una labor semejante, especializada en el arroz, con la intervención tanto de la Ford como de la RockefellerFoundation. El éxito ha sido también de primera clase.

De modo que es posible tener mayores cantidades de alimentos. No hay vuelta quedarle. No hay caso.

El Dr. Borlaugh asegura que después de la experiencia en México, el mismo trabajo en otras partes sería más fácil y con resultados semejantes en menos tiempo.

Debido a las nuevas variedades los agricultores logran cosechas más grandes por su trabajo de siempre.

Esa es la manera de iniciar la elevación del nivel de vida de toda la población. No se puede consumir más sin producir más.

La nueva abundancia hace posible que cada uno satisfaga sus necesidades. Y la abundancia, automáticamente, también trae abajo los precios en el mercado.

El agricultor sin embargo, no resulta perjudicado porque gana más dinero, por la sencilla razón de que tiene muchas mayores cantidades que vender.

Así pues, la gente en el nivel económico más bajo resulta beneficiada porque su alimento costará menos y podrá comprar más.

La agricultura, al convertirse en un negocio lucrativo, mantendrá la producción a alto nivel.

Los agricultores, al disponer de más dinero, se toman en mercado de consumidores de otros productos.

Además, la abundancia hace que el país ya no tenga que comprar alimentos en el exterior. La moneda extranjera que antes se empleaba para suplir las deficiencias alimenticias, queda ahora disponible para la importación de maquinaria o lo que fuere necesario para el futuro desarrollo de la economía.

Y cuando la producción llega a ser mayor que el consumo, entonces queda otro saldo de moneda extranjera disponible, proveniente de la exportación de los excedentes.

¿Porqué no dan los Estados Unidos la ayuda necesaria para desarrollar esa labor sin demora?

De regreso de la desgraciada experiencia al otro lado del mundo, que espero sea ya fantasma del pasado, sería saludable cambio para este país el interesarse en problemas que se desenvuelvan cerca de su casa en este Hemisferio del que Estados Unidos forma parte.

Antes de terminar, permítanme que cite las palabras de un distinguido americano que dice de la Revolución Verde lo siguiente:

“Como fenómeno económico, la nueva producción de alimentos rivaliza en los países pobres con la reconstrucción de Europa en la post-guerra. La participación de los Estados Unidos en esta revolución en el campo, puede representar nuestra más exitosa intervención en el desarrollo internacional desde el Plan Marshall”.

Esto lo ha dicho Eugene Black, el hombre que ha tenido la oportunidad de interesarse personalmente en los problemas de nuestros países durante los años en que dirigió, con tanto éxito, las labores del Banco Mundial.

En realidad, muchas otras cosas útiles y constructivas deben hacerse en este Hemisferio. Pero la primera prioridad tiene que ser la del problema del alimento, para levantar el standard de vida de los más necesitados, de los quese encuentran en el nivel económico más bajo.

¿No está esto de acuerdo con el espíritu que debe predominar en la Hermandad de lasAméricas?

LA PRENSA LA REVOLUCIÓN DEL PERIODISMO EN EL PERÚ

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Pedro Gerardo Beltran Espantoso

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Pedro Gerardo Beltran Espantoso